Domingo Jiménez Beltrán, patrono de la Fundación Desarrollo Sostenible, promueve en Águilas un “laboratorio vivo” de desarrollo sostenible

Domingo Jiménez Beltrán: «No lo sabéis, pero vivís en uno de los mejores territorios de Europa»

El exdirector de la Agencia Europea de Medio Ambiente promueve en Águilas un «laboratorio vivo» de desarrollo sostenible con proyección internacional

Diez socios compraron hace once años la finca Castillo de Chuecos, una joya natural en la Sierra de Almenara

«Hay una oportunidad muy grande en la energía solar ligada a la agricultura de calidad»

La enorme llave que abre la puerta está a la altura de la categoría del edificio, un caserón solariego del siglo XVIII en la cabecera de un valle donde los pinos abrigan la trilogía de cultivos de secano tradicionales: almendros, vid y olivos. El paisaje parece un lienzo milenario. En la finca Castillo de Chuecos (Águilas) no hay más ruido en esta mañana helada de finales de enero que el silbido del viento y el cloqueo de las perdices, que pican aquí y allá en el borde de los caminos. «No lo sabéis, pero vivís en uno de los mejores territorios de Europa». Lo dice convencido el ingeniero Domingo Jiménez Beltrán (Zaragoza, 1944), exdirector de la Agencia Europea de Medio Ambiente, alto cargo en diferentes ministerios durante la década de los noventa –siempre en asuntos relacionados con la política medioambiental, energética e hidrológica–, también exdirector del Observatorio de la Sostenibilidad en España y otros organismos públicos, reconocido experto en desarrollo sostenible y divulgador de las energías renovables. Domingo Jiménez Beltrán, junto a la charca creada en la finca para recuperar el sapo corredor. En las siguientes fotos, la casa que preside la finca, con una ermita que en su día estuvo consagrada a San Joaquín; la balsa, con estructura de mortero, donde se almacena el agua del nacimiento; almendro en flor en la zona roturada de la finca (36 hectáreas dedicadas a los cultivos de secano tradicionales en el Mediterráneo). FOTO: MARTÍNEZ BUESO

 

Aunque activo en varias fundaciones, sus mayores esfuerzos e ilusiones están depositados ahora en esta propiedad de 460 hectáreas situada en la Sierra de Almenara que compró hace once años, junto con otros nueve socios, para evitar que cayera en manos poco respetuosas con su historia y su importante biodiversidad. Y también para convertirla en un «laboratorio vivo» de desarrollo sostenible dedicado a la investigación y la divulgación.

La finca, adquirida después de varios años de negociaciones a descendientes de los condes de San Julián, es todo un tratado de arqueología agrícola mediterránea: las pedrizas, los bancales en terraza, los cultivos en mosaico, incluso el jardín romántico donde en estos días madura el fruto de naranjos centenarios: todo está siendo recuperado para que el terreno retome sus funciones naturales y su estado original. Incluso se han plantado 600 cepas de viña en un intento de volver a producir los vinos de Chuecos que hace un par de siglos –hay constancia documental– fueron conocidos por su aspereza. Pero la intención de Domingo Jiménez Beltrán no es hacer vino peleón: «Hemos puesto la variedad Petit Verdot, que es una uva pequeña;así que si no la coges se la comen las perdices».

La técnica del Rewilding

La recuperación ambiental de la finca se está realizando siguiendo los principios de un movimiento conocido como Rewilding, un modelo de conservación originado en Holanda y Reino Unido que promulga el regreso a «una Europa más salvaje». La manera de conseguirlo es identificar territorios de calidad para proteger su singularidad ambiental, potenciando sus funciones ecológicas y cuidando su flora y fauna. E incluso reintroduciendo especies desaparecidas, como el ibis eremita, un ave extinguida hace 500 años en la península que está siendo reintroducida con éxito en Cádiz y a la que Jiménez Beltrán le gustaría ver algún día en la Almenara haciendo compañía al águila perdicera, al búho y al águila real, a la tortuga mora y a la gineta.

El veterano gestor medioambiental se cala el sombrero Stetson e insiste: «Sí, esta es una de las mejores zonas de Europa, pero también una de las peor tratadas. Y me conozco Europa perfectamente, incluso la del este», advierte mientras, dentro de la imponente vivienda, va descubriendo estancias, empujando puertas atascadas y abriendo ventanas por las que entra la naturaleza como un cañón. Y donde permanecen, aún sin tocar, vestigios de la vida cotidiana de la familia que habitó por última vez este lugar increíble: libros y periódicos sobre el suelo de la biblioteca, y también la vajilla utilizada en lo que quizá fue una cena al calor de la chimenea, y que casi da pudor mirar. Todo como lo dejaron sus antiguos propietarios, hace décadas, y que los actuales dueños –tan respetuosos con la historia de la finca como con sus valores naturales– se resisten a alterar.

Chuecos será un modelo de conservación, asegura Domingo Jiménez Beltrán, al que también tendrá acceso la población local: «Lo ideal es que la finca la hubiera comprado en su día el Ayuntamiento de Águilas para que los vecinos pudieran disfrutar de este entorno, pero no fue así», se lamenta. Una oportunidad perdida para la Administración, en opinión de quien eligió Águilas para vivir hace casi veinte años, cuando encontró una casa en un paraje rústico, cerca de la playa, donde desala agua del mar con la ayuda de un ligero molino de viento. «Estamos haciéndolo mal, en esta zona se confunde el territorio con un solar y el desarrollo se hace a costa de destruirlo», advierte: «Cargarte un bosque cuesta nada y recuperarlo lleva cientos de años».

El ingeniero y consultor ambiental, que elabora una mermelada deliciosa con naranjas de la finca, se detiene frente al imponente cuadro de almendros en flor y se pregunta en voz alta: «¿Por qué no hacer de Murcia una nueva Toscana? Aquí solo viene turismo barato y residencial, pero en nuestras manos está elegir entre el modelo de Florida o el de California». Jiménez Beltrán, que conoce bien las instituciones europeas, apuesta por un «modelo de desarrollo proactivo, no reactivo: hay que analizar cómo aprovecharse de las ayudas y las directivas comunitarias», propone. «Porque aquí, en lugar de hablar de la política agrícola, ambiental o turística del futuro siempre vamos a corto plazo. Y yo creo que hay una oportunidad muy grande en la energía solar, ligando a esta fuente de energía renovable la agricultura de alto valor añadido. Hay que tener en cuenta que incluso se ha planteado que Grecia pague su deuda con horas de sol. ¿Vamos a dar lugar a que vengan de Alemania a aprovecharse de nuestra capacidad de producción de energía fotovoltaica?», plantea.

‘Fracking’: un ‘dilema’ familiar

Por este motivo, no comprende cómo el Gobierno regional alienta el ‘fracking’, el polémico sistema de extracción de hidrocarburos que, en su opinión, no encaja con el modelo de desarrollo por el que debería apostar la Región. El ‘fracking’, aparte del conflicto ambiental, le toca además la fibra familiar puesto que su hermano Mariano es el director facultativo en España de Oil And Gas Capital, la multinacional que cuenta con varios permisos de prospección para buscar bolsas de gas en la mitad norte de la Comunidad Autónoma. «Mariano es muy bueno en lo suyo, aunque lo suyo es una causa perdida», comenta con una sonrisa. «Me llevo muy bien con él, salvo que estamos en total desacuerdo con el ‘fracking’», añade divertido. «¡Y además es socio de la Fundación Renovables!», aclara.

Para afrontar el futuro es necesario un nuevo paradigma, entiende, «porque mientras en Murcia se está discutiendo, otros ya han hecho sus planteamientos y se están beneficiando de las ayudas comunitarias», señala en relación con la falta de acuerdo en la Región respecto de la planificación ambiental de la Red Natura 2000.

Opina, no obstante, que «en Murcia hay un empresariado acojonante, pero al que hay que alumbrar el futuro. Los empresarios solo necesitan dos cosas: seguridad jurídica –que no es lo mismo que tener carta blanca para cargarse el medio ambiente– y predictibilidad. Es decir, poder traducir el futuro, vislumbrar las oportunidades, que les presenten el escenario para las próximas décadas. En Europa ya hay hojas de ruta hasta 2050, ¿las conocen aquí?», se plantea.

Chuecos: un castillo árabe y una balsa de mil años

La finca Castillo de Chuecos será en tres años una «universidad de la sostenibilidad global». Este es el proyecto de Domingo Jiménez Beltrán, que busca «socios tecnológicos y financieros» en fundaciones y centros de estudios europeos –tiene contactos avanzados con instituciones noruegas y holandesas–. También ha sondeado a universidades españolas, pero las dificultades económicas por las que atraviesan hacen más factible que la inversión llegue desde el extranjero, señala.

La rehabilitación de la casa está valorada en 700.000 euros: una cantidad respetable para restaurar el complejo de vivienda y corrales respetando por completo el aspecto exterior del edificio, que albergará entre 20 y 25 habitaciones y zonas comunes para las actividades docentes y de investigación.

La arqueología es casi tan importante en Chuecos como la biodiversidad: sobre un promontorio llaman la atención los restos de un castillo árabe (siglos XI o XII) que formó parte de la red de fortificaciones que enlazaban Lorca con la costa. En la base del peñasco en el que se asienta brota una fuente que nunca se ha secado y que vierte sus aguas a una balsa cuya estructura tiene también más de mil años.

La idea es radicar en este valle un centro internacional de estudios sobre desarrollo sostenible donde se realicen investigaciones y se celebren seminarios. También estará dedicado al turismo de calidad vinculado al interés por la ecología. Chuecos y su entorno constituyen un emblema para los amantes de la naturaleza del municipio; así lo entienden los propietarios, que permiten el paso a ciclistas y senderistas: «Somos amigables con quienes son amigables con este paisaje», explica Jiménez Beltrán. En la finca, sin embargo, no son bienvenidos perros ni vehículos de motor. De hecho, está previsto habilitar un aparcamiento en la parte baja de la propiedad para que el acceso se realice exclusivamente en coches eléctricos.

Este proyecto de divulgación ambiental está plasmado en un programa integral de manejo asumido en el Plan de Gestión de la Zona de Especial Protección de Aves de la Sierra de Almenara, al que alegaron los compradores de la finca para aumentar su protección.

(Publicado en ‘La Verdad’ el 9 de febrero de 2014) FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO FOTO: MARTÍNEZ BUESO