Transición Ecológica / Cambio Climático / Recogida de Agua de Lluvia
Lucha contra la desertificación mediante la recogida de agua de lluvia
Mediante la recogida sistemática de agua de lluvia se contribuye a la lucha contra la desertificación y la degradación del suelo que tanto afectan a la pérdida de biodiversidad. También se permite la reutilización del agua de lluvia recogida para la conservación del espacio natural protegido en el que se desarrollará el proyecto.
Objetivo del Proyecto
Con este proyecto, que cuenta con la colaboración de CaixaBank y Fundación Cajamurcia, se pretende mostrar cómo se puede evitar la desertificación de un territorio mediante la recogida sistemática del agua de lluvia, reduciendo significativamente el impacto de las aguas torrenciales sobre el suelo, evitando la pérdida de biodiversidad y contribuyendo a la restauración ambiental a través de la reutilización del agua recogida. Además, el proyecto contribuirá a la reducción del consumo hídrico de este paraje natural.
Necesidad a la que responde el proyecto
La Organización Mundial de las Naciones Unidas destaca a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Decenio sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030 la importancia de afrontar a nivel mundial la pérdida y degradación de los hábitats, desarrollando la voluntad y las capacidades políticas para restaurar la relación de los seres humanos con la naturaleza, de manera que esta pueda proteger a la humanidad en el futuro, evitando nuevas pandemias.
La tierra aporta los elementos necesarios para lograr el sustento y bienestar del ser humano, aportando alimentos y agua dulce entro otros muchos servicios ecosistémicos. Actualmente, casi el 70% de la superficie terrestre mundial sin hielo es empleada para usos humanos, según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU. Alrededor de la una cuarta parte de la superficie terrestre libre de hielo de la Tierra está sujeta a la degradación inducida por el hombre.
A esta realidad hay que sumar los efectos del cambio climático, que aceleran la degradación de la tierra, particularmente en áreas costeras bajas, deltas de río y tierras secas entre otras. En 2015, alrededor de 500 millones de personas vivían en áreas que experimentaron desertificación entre las décadas de 1980 y 2000.
La frecuencia y la intensidad de las tormentas de polvo han aumentado en las últimas décadas debido a los cambios del suelo y factores relacionados con el clima, lo que tiene como resultado un aumento de los impactos negativos en la salud humana.
La desertificación amplifica el calentamiento global a través de la liberación de CO2 relacionado con la disminución de la cubierta vegetal.
A este escenario hay que añadir, además, la sobreexplotación de los acuíferos, ya que los efectos del cambio climático y la acción humana están repercutiendo en las aguas subterráneas, que son el mayor recurso de agua dulce del planeta, representando un 97% de la totalidad de agua dulce. Según datos de la Fundación Aquae, España es el país con mayor sobreexplotación de agua de Europa, con uno de cada cuatro acuíferos del país sobreexplotados o en riesgo de secarse, siendo uno de los principales problemas el uso excesivo del agua subterránea para fines industriales. La Unión Europea utiliza el 60% del agua para la agricultura. En el caso de España, este porcentaje asciende hasta el 70%. Además, más del 40% de los acuíferos en España está en peligro a causa de los residuos procedentes de la industria agrícola.
Los acuíferos, a pesar de ser invisibles, son los encargados de mantener en pie nuestra sociedad, contribuyendo a la alimentación de nuestra sociedad, a la conservación de la biodiversidad del planeta y a la conservación del suelo. Un efecto provocado por el bombeo excesivo de los acuíferos es el hundimiento del suelo. El 20% de las personas del planeta vive en zonas con este riesgo y en algunos lugares del mundo ya sufren sus consecuencias, siendo el caso más destacado el de Yakarta, en Indonesia, donde más de 10 millones de personas están viendo como se hunde el suelo bajos sus pies y las autoridades se ven en la necesidad de tomar medidas drásticas como la de crear una ciudad nueva para evacuar a las personas afectadas.
Según datos de la secretaría del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques se estima que lograr una gestión forestal sostenible a escala mundial costaría entre 70.000 y 160.000 millones de dólares al año. Actualmente, los desastres naturales causados por la perturbación de los ecosistemas cuestan ya al mundo más de 300.000 millones de dólares al año. De aquí a 2030, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar 9 billones de dólares estadounidenses en materia de servicios ecosistémicos, según datos de las Naciones Unidas. El precio de la inacción es, al menos, tres veces mayor que el de la restauración de los ecosistemas según el Programa para el Medio Ambiente de la ONU.
Ante este escenario, es importante que nuestros gestores públicos diseñen políticas proactivas y eficaces. Por este motivo, también es fundamental compartir el conocimiento de experiencias ejemplarizantes, como la abordada en este proyecto, que permitan la toma de decisiones de una manera ágil y contribuyan a la restauración de los ecosistemas a través de proyectos que desarrollen técnicas y procedimientos que resulten útiles para reducir o evitar el daño ambiental, a través de la innovación ambiental.
Este proyecto se inspira en los métodos tradicionales de los aljibes rurales en los que, aprovechando la pendiente de un desnivel, se realizaba una conducción o zanja en su punto medio que recorría la ladera con una inclinación suave hasta llegar a la zona próxima al aljibe en donde se instalaba una pequeña balsa, también denominada balsón, que servía como decantador de sólidos en suspensión. Desde el balsón, el agua recogida a través de la zanja y ya más clara pasaba hasta el aljibe en donde se acumulaba para su consumo posterior.
Actividades Realizadas
Una iniciativa de Fundación Desarrollo Sostenible cofinanciada por: