Aprovechar la energía del sol y del viento: una clase práctica

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En la finca, -donde se llevan a cabo programas de educación ambiental, se reforesta con azada y se cultivan huertos respetuosos-, varias placas solares y un generador eólico dotan de energía a sus instalaciones y se reutiliza el agua, según sea su procedencia.

En un ambiente pre veraniego en plena sierra de Columbares, el director de la FDS, Emilio Ballester, ha explicado a Efeverde, que la idea de trabajar en la finca nació hace diez años de un grupo de personas procedentes de asociaciones sociales, empresariales y medioambientales.

El objetivo fue aprovechar la experiencia acumulada para defender un desarrollo económico más sostenible desde el punto de vista medio ambiental y socialmente más justo. La Fundación, aunque creada en Murcia, tiene vocación nacional e internacional, y ya colabora con Chile, Ecuador y algunos países del norte de África.
Como nuestro objetivo es el desarrollo sostenible y sostenido del Planeta, en la finca que era un terreno abandonado, fuimos poniendo el marcha programas que generan flujos económicos y empleo.
Este centro funciona con la filosofía no de decir cómo hay que hacer las cosas, sino haciéndolas de otra forma y permitiendo que todo el que esté interesado lo pueda ver, añade el director de la FDS.

El viento, el sol y el agua
Uno de sus atractivos es conocer cómo se gestiona el agua, la energía y los residuos: todo lo que se consume es de origen renovable.
La electricidad se obtiene mediante placas solares fotovoltáicas y un aerogenerador.
El calor que producen las placas solares térmicas se almacena en depósitos donde se calienta o enfría el agua que caldea o refrigera el suelo (por hilo radiante) y las piscinas. Para ayudar, la sede social cuenta con una chimenea que se abastece de la biomasa originada en la propia finca.
Además, compresores, gases, electroválvulas y cambios de presión convierten el calor en frío y al revés.
El agua potable procede de la sierra de Columbares, la sanitaria es de riego filtrada y clorada, y para regar se utiliza la procedente de urinarios y duchas.

Además se recoge en tuberías diferentes para tratarlas en diferentes colectores. Si no se mezcla, su recuperación y reutilización es mayor y más barata que en los edificios de las ciudades, ha explicado el director de la FDS.

El agua de la piscina, procedente de la fuente que da nombre a la sierra, está fría en verano y más calentita en invierno.

Emilio Ballester recuerda que el kilowatio más limpio es el que no se consume, por eso lo importante es consumir la energía justa y esa que proceda de energías renovables.

Foto/EFE/Marta Martínez

En esta finca 35 personas cultivan en sus pequeños huertos, lechugas, tomates, pepino, berenjena, apio o plantas aromáticas, eso sí, después de pasar por un curso de nociones primarias de agricultura.

Los más pequeños y aquellos que se acercan por primera vez a este ambiente aprenden cómo recoger y “partir” y aliñar aceitunas, o que los huevos no nacen en un cartón, sino que los ponen las gallinas.

La ensalada no es de “bolsa” porque se recoge de los propios huertos. Tampoco existe la regadera, unos tubos de fibra textil le dan a los pequeños sembrados la humedad necesaria para que crezcan, según la temporada melones, sandías, acelgas, patatas o alcachofas, a gusto del consumidor.

El mayor triunfo: que los conejos, que también disfrutan de la finca, dejen algo para el “urbanita” agricultor.