Generación Greta: el miedo a que no exista un futuro por el cambio climático

El fervor de los más jóvenes a la hora de luchar contra la emergencia climática se ha puesto de relieve especialmente en este 2019, en el que movimientos como Fridays for Future se han hecho grandes

ELENA CALVO   

 

Varios estudiantes protestan en una manifestación contra el cambio climático/ Famosos protagonizan un vídeo contra el cambio climático: «Es tiempo de actuar» – EFE/ EP

«¿Para qué vamos a enfocarnos en los estudios cuando no sabemos si va a haber un futuro? Es normal que seamos los jóvenes los que tengamos más miedo». Así explica Martina di Paula, una estudiante de Sociología y Relaciones Internacionales de 18 años, el fervor de los más jóvenes a la hora de luchar contra el cambio climático, algo que se ha puesto de relieve especialmente en este 2019, en el que movimientos como Fridays for Future se han hecho grandes con acciones como las huelgas estudiantiles o las sentadas frente a los parlamentos de todo el mundo.

Al 83% de los españoles les preocupa su huella de carbono. Así se desprende del «Estudio de percepciones, valores y actitudes sociales ante el cambio climático», realizado por la Fundación Desarrollo Sostenible, en colaboración con el Ministerio para la Transición Ecológica. De este porcentaje, los que más conciencia demuestran son el grupo con edades de entre 18 y 34 años, es decir, los más jóvenes. Además, según el informe, es precisamente este segmento de la sociedad el que más trata de cambiar sus hábitos en cuanto a alimentación y transporte para que su vida cotidiana dañe lo menos posible el medio ambiente.

Reciclar, el último paso

En el caso de Di Paula, son varias las acciones que lleva a cabo en su día a día para luchar contra el cambio climático, como no consumir carne, aunque reconoce que no es necesario dejar de hacerlo, sino que con reducir su ingesta ya se puede contribuir. Comprar productos locales y de temporada, sin envases, utilizar el transporte público o adquirir ropa de segunda mano son otros de los pequeños gestos con los que considera que puede ayudar a esta causa. ¿Y dónde queda el reciclaje? «Reciclar es el último eslabón de la cadena. Hay gran cantidad de recursos que se invierten en esto que no serían necesarios si no produjéramos tantos residuos», lamenta esta joven.

Unos hábitos similares sigue Paula Mancebo, de 20 años, estudiante en la Universidad Autónoma de Madrid, que presume de no viajar en transporte privado de ningún tipo, «ni siquiera taxi», dice. En su casa, trata de concienciar a su madre sobre el problema que supone el cambio climático con tareas tan comunes como lavar los platos. «Yo no compro detergente líquido para lavar la vajilla, uso pastillas de jabón», explica. Aunque su progenitora pertenece a una generación para la que el cambio climático no significaba prácticamente nada, el discurso de su hija le hace replantearse muchas cosas. «Aunque no está tan implicada como yo, le he hecho reflexionar. Se esfuerza. Al final lo que digo le ha calado y le importa», relata Mancebo.

Clases de ecologismo

Su activismo comenzó hace solo dos años, en 2017, mientras estudiaba Bachillerato. Aunque siempre se había preocupado por la naturaleza y los recursos, con gestos como controlar el derroche de agua, fue una profesora la que hizo que se implicara hasta este punto: «Utilizaba parte de sus clases para hablarnos del medio ambiente y de la ecología, y fue a partir de ahí cuando empecé a tomar conciencia». Ahora, es un tema de conversación que está presente en su día a día.

Como ella, tantos jóvenes han convertido el cambio climático en un tema de conversación que sale en cualquier quedada con amigos. La figura de Greta Thunberg, la activista sueca de 16 años, ha contribuido también al interés juvenil por el medio ambiente, aunque no sin recibir críticas por no centrarse en sus estudios o no disfrutar de su infancia. «Greta es una niña que tiene muy claro lo que pasa, que ve que hay un problema y que ha conseguido llegar a mucha gente. Está haciendo algo muy importante, y si tiene la capacidad de hacerlo y de verdad contribuye a que frenemos la emergencia climática, qué más da que no esté en el colegio, porque está haciendo algo muy importante», lamenta Paula Mancebo.

También hay quien considera que este interés de los jóvenes por el cambio climático responde únicamente a una moda y que, como todas, pasará. No lo cree así Alberto Martínez Cano, miembro de la Comisión de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Madrid, que opina que las protestas juveniles «irán a más». «Una vez que los jóvenes se han comprometido con esta causa, seguirán en esa línea hasta que se adopten las medidas necesarias. Y más cuando ellos serán los que paguen las consecuencias», explica.

A juicio de este sociólogo, además, este activismo por parte de los jóvenes puede favorecer también a las generaciones anteriores. «Los mayores pueden aprender. Hay un diálogo directo entre padres e hijos que puede ser muy bueno para que todos los miembros de la familia tomen conciencia al respecto», remarca. Que los más jóvenes tengan un compromiso de tal envergadura, dice, es positivo para toda la sociedad.

Fuente: ABC


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Proyecto confinanciado por el Ministerio para la Transición Ecológica