SOS Marina del Carmolí, o la exhibición de la ignorancia

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ROSA GÓMEZ CEREZO
Profesora titular de Ecología del Departamento de Ecología e Hidrología de la UMU

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La Marina del Carmolí, para quien no la conozca, representa uno de los pocos humedales que quedan a orillas del Mar Menor, por ser en su día zona militar y espacio protegido desde 1992. Con una superficie de más de 300 hectáreas, este humedal protegido es fundamental como filtro de nutrientes y barrera natural frente a la entrada de sedimentos, además de otros múltiples servicios ecosistémicos. Sin embargo y lamentablemente, es objeto de uno de los últimos intentos del Gobierno regional por aparentar que recupera el Mar Menor, con actuaciones desprovistas de sentido (LA VERDAD, Cartagena, 15 de octubre). Analicemos la propuesta:

«Extensión de terreno baldío y abandonado», «su conversión en un gran parque ecológico libre de tráfico reflejo del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real)», «ejemplo de renaturalización», «zona de esparcimiento y visitable», «la idea es que actúe de gran barrera natural», que «servirá para retener, laminar y tratar aguas pluviales» o la intención de convertirlo en «un ecosistema único en el mundo y evitar las presiones humanas en este entorno privilegiado». Son algunas de las frases de López Miras, que recoge el medio de comunicación citado, en la presentación del proyecto en Cartagena y que demuestra un desconocimiento profundo de los planes de gestión de los que él es el máximo responsable.

Ante tales muestras de desconocimiento sobre el funcionamiento de los humedales y en particular de la Marina del Carmolí, no puedo por menos, como profesora de Ecología y conocedora, en particular, de estos ecosistemas, escribir estas líneas para aclarar y no confundir a la opinión pública.

La Marina del Carmolí no es un terreno baldío y abandonado, sino que representa un ecosistema de elevado valor ecológico a escala europea, nacional y regional, como reflejan sus numerosas figuras de protección: Zona de Especial Conservación (ZEC); Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM); Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y está incluida en el listado de Humedales de Importancia Internacional por el Convenio de Ramsar, formando parte del Paisaje Protegido ‘Espacios abiertos e islas del Mar Menor’.

La Marina del Carmolí ya ejerce un importante papel en la retención y laminación de las aguas pluviales y en la retención y eliminación de nutrientes que le llegan por superficie y de forma subterránea. Decir que el Gobierno tiene por objeto «convertirla en una barrera natural para proteger el Mar Menor» es una evidente falacia; ¿cómo convertir en algo lo que ya es? Como otros humedales, el origen de la Marina está ligado a la descarga de agua subterránea en la orilla de la laguna, cumpliendo un papel esencial en la eliminación de nitratos (desnitrificación) y otros contaminantes. Así lo demuestran diferentes estudios realizados por la Universidad Politécnica de Cartagena y por la Universidad de Murcia en las últimas décadas.

Por ello la Marina del Carmolí no precisa de ninguna acción de renaturalización, al menos no de las anunciadas, para alcanzar dicho objetivo. Por suerte la naturaleza nos ofrece de forma gratuita este servicio, intrínseco a los humedales. Pero sí precisa de acciones encaminadas a reducir la entrada de las aguas del regadío, que ponen en peligro su integridad como ecosistema, alterando las comunidades vegetales y la avifauna, como estudios realizados por las dos universidades citadas también han demostrado.

¿Cómo pretende López Miras crear en la Marina un ecosistema único en el mundo?, ¿construyendo pasarelas?, ¿dónde están las medidas encaminadas a reducir los caudales de origen agrícola?

No podemos confundir a la población con términos como renaturalización cuando lo que se pretende es diseñar un parque recreativo con objeto de ‘revalorizar’ la Marina. Esto no solo tiene por objeto despistar a la ciudadanía, sino que también demuestra la falta de conocimiento del Gobierno regional sobre el valor ecológico y funcional de este ecosistema. ¿Es que no hay ningún técnico en la administración que le avise de este despropósito? Las actuaciones encaminadas «a hacer de la Marina una zona de esparcimiento y visitable», lejos de proteger la laguna, solo conducirán a un mayor deterioro del humedal y, como consecuencia, a la pérdida de su capacidad como barrera protectora natural.

Convertir la Marina en un reflejo del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel parece ser la aspiración del Gobierno con su proyecto. Y verdaderamente lo conseguirán, si tenemos en cuenta que las Tablas, aun sin parecerse para nada a la Marina en sus mejores tiempos, representan uno de los humedales más artificializados y alterados en España.

Sin desmerecer del todo el hecho de la compra de las 310 hectáreas que ocupa la Marina, aunque con tanta figura de protección quizás no fuese necesario, sería mucho más útil que el dinero público fuese invertido en un plan integral de mejora y restauración de aquellos humedales que, aunque escasos, todavía se localizan a orillas del Mar Menor (Marina de Punta Galera, Lo Poyo, Charco de Vaca…) o incluso la ampliación de la propia Marina a los terrenos inmediatos que en su día también fueron humedal. Eso sí, planes de recuperación, rehabilitación o mejora, según el caso, con bases ecológicas. Por suerte, existe abundante información al respecto, no es necesario mayor financiación, solamente ganas e intención de hacerlo, características de las que carece nuestro Gobierno regional.

Fuente: La Verdad